Este premio que recibo de la Asociación de Mujeres para el Dialogo y la Educación, y que recibo con especial ilusión, para mí, es el reconocimiento del trabajo de las fundaciones de las que tengo el honor de ser Presidente, Fundación Alares y Fundación para la Diversidad, ya que desde ellas nace nuestra filosofía de defensa de la igualdad. Igualdad en todas las vertientes. Si doy un paso más, incluso puedo decir que no solo es una cuestión de igualdad. No hay dos personas iguales, ni dentro del mismo género ni fuera de el. Por ello, me gusta verlo como una cuestión de diversidad. Una organización, económica o no, deberá ser tan diversa como el ámbito en el que se desenvuelva.
Con una mayor diversidad, viene un aumento en las perspectivas. Personas de diferentes orígenes religiosos, culturales, nacionales o raciales pueden tener diferentes experiencias y ofrecer perspectivas únicas sobre la solución de problemas. Estas nuevas perspectivas e ideas pueden ayudar a las empresas a crecer y expandirse en emocionantes nuevas direcciones. Esas direcciones se transforman en resultados y esos resultados se consiguen por las personas sin tener en cuenta cuestiones de género.