¿Qué pensarías si te encontraras aislado en tu casa durante la borrasca de nieve más potente de los últimos cincuenta años? ¿Qué te pasaría por la cabeza si descubrieras que no tienes agua corriente porque se han congelado las tuberías, o te dieras cuenta de que te estás quedando sin las medicinas que necesitas sin falta? No insistiré en que te lo imagines, pues no es mi intención provocar ansiedad. Pero sí te invito a reflexionar sobre lo que sentirías, en cualquiera de esos apuros, cuando llamasen a tu puerta trayéndote ayuda. Esto es lo que hemos vivido con Filomena.
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