¿Qué necesita un ejecutivo para triunfar? Mitos y realidades

¿Por qué algunas personas consiguen ocupar los cargos más altos en empresas importantes y mantenerse en ellos durante buena parte de su carrera? ¿Qué les lleva a triunfar en una competición en la que participan tantos candidatos? ¿Cuál es el secreto de los directivos triunfadores? Quizás no tengan tanto que ver una inteligencia privilegiada, una personalidad autoritaria o una formación elitista, como su capacidad para formar un equipo, tener visión de negocio y atreverse a tomar decisiones.

Mito nº 1: Es imposible triunfar sin haber recibido una formación excepcional

Internet está repleto de anuncios de escuelas de negocio. El precio de un máster MBA puede fácilmente alcanzar los 80.000 €. Los requisitos de acceso son exigentes: las escuelas de negocio aspiran a llenar sus aulas con alumnos sobresalientes, en cuyas manos quedará su prestigio.

¿Es eso lo que hay detrás del éxito en el management? ¿Una inteligencia superlativa aderezada con una formación elitista? Entonces, ¿por qué se quedan por el camino muchos titulados MBA que cumplen estos requisitos?

Nadie puede negar que la formación es un factor esencial en la preparación de los ejecutivos, pero esta solo te pone en una situación de ventaja ante quien no la recibe: para llegar a la cima hacen falta otros factores que no pueden aprenderse en las escuelas de negocios.

Tomemos el caso de Amancio Ortega, de Inditex, que ha llegado a ser el magnate más rico del planeta. Tuvo que dejar sus estudios y ponerse a trabajar a los doce años para ayudar a su familia, en una camisería que todavía sigue abierta. Amancio no había estudiado management, pero el modelo de negocio que fundó se enseña hoy en las universidades.

Mito nº 2: No se puede triunfar sin jornadas sobrehumanas

La carrera de un ejecutivo parte de una motivación inquebrantable, que le impulsa a dedicar a su trabajo el tiempo y la atención precisos. Pero tampoco se trata de alargar la jornada laboral hasta el punto de que la salud física o mental se resienta. ¿Será cierto, como dice Elon Musk, que nadie puede cambiar el mundo trabajando 40 horas a la semana? Puede ser, pero obligarse a trabajar 100, como él predica, probablemente no debería ser la respuesta.

Mejor que reducir la eficacia y la productividad con periodos de trabajo demasiado prolongados será aprender a gestionar el tiempo de manera eficaz y optimizar así la capacidad de trabajo. Lo importante no es dedicar horas infinitas a cumplir objetivos, sino lograr que las dedicadas cundan.

Mito nº 3: Solo pueden tomarse decisiones cuando se cuenta con toda la información

Tomar decisiones correctas es una de las claves del éxito en los negocios. Un directivo tomará infinidad de decisiones a lo largo de su carrera. Y nadie dispone, en cada ocasión, de absolutamente todos los datos relevantes en que fundamentar lo que decide, así que la intuición y la creatividad juegan un papel primordial en la tarea de un ejecutivo. Solo haciendo uso de estas cualidades será posible crear valor más allá de las expectativas del mercado.

La visión de negocio, pues, es totalmente fundamental para un ejecutivo triunfador, que en definitiva es quien comprende a la perfección la esencia de una actividad comercial y sabe tomar decisiones en consonancia, no dejándose paralizar por la incertidumbre.

Mito nº 4: El liderazgo ha de ser autoritario para ser eficaz

Los directivos exitosos no desempeñan su labor en soledad. Saben reconocer sus limitaciones y rodearse de un equipo que complemente sus facultades. La capacidad para formar un equipo excelente en cualquier organización donde aterriza es, pues, otro rasgo para distinguir a un ejecutivo bien cualificado.

¿Y cómo reúne alguien a un equipo a su alrededor? No es fácil rodearse de los mejores. Hace falta, de nuevo, intuición, sabiduría a la hora de gestionar los recursos humanos (aunque yo prefiero, siempre, hablar de personas) y una adecuada capacidad de liderazgo.

Este liderazgo puede ser del tipo autoritario, de “yo soy quien manda”, y es cierto que hay quien triunfa con ese estilo, al menos en el corto plazo. Pero existe otro liderazgo en el buen sentido de la palabra, en el que prefiero detenerme, y que afortunadamente también se practica en las empresas.

Nos referimos a esos jefes capaces de extraer lo mejor de quienes tienen a su cargo, esos líderes que actúan con autoridad, pero sin autoritarismo, y que se esfuerzan en comunicarse sin dejarse llevar por la presión de las circunstancias. Un liderazgo empático, emocional, que rendirá a la larga los mejores resultados.

Mito nº 5: Lo mejor para motivar al equipo son los incentivos económicos

Por otro lado, construir un equipo excelente no servirá de mucho si sus integrantes no contemplan formar parte de él a largo plazo y no están motivados para dar lo mejor de sí. Un buen salario, unas condiciones laborales adecuadas, un entorno de trabajo agradable… Cuidar todos estos factores puede evitar que los trabajadores se planteen buscar pastos más verdes, por supuesto.

Pero para motivar hace falta algo más: reconocimiento, posibilidades de crecimiento y la satisfacción de saber que se nos aprecia y se nos cuida. Y esta afirmación es cierta para todo el organigrama dentro de una compañía, ya que el directivo en la cúspide y el perfil más junior tienen en común lo más importante. Son personas que necesitan sentir que importan más allá del producto de su trabajo, que cuando lo precisen van a contar con el apoyo de la organización a la que están dedicando energía y tesón. Quien sepa entender esto podrá liderar sabiendo que sus esfuerzos no quedarán desbaratados con rotaciones que desequilibran una maquinaria bien engrasada.

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