El desarrollo del Sector de Servicios a las Personas: Un desafío estratégico para España
Cuando escribo estas líneas la sociedad española vive un momento de incertidumbre sobre si podrá o no mantener los ritmos de crecimiento económico que se han vivido en los últimos años. Y vive, también, un momento lleno de expectativas de cómo se organizará, para afrontar los retos de solidaridad social y desarrollo de servicios personales que requiere una sociedad avanzada. Que envejece y se rejuvenece a la vez. El final del Siglo XX e inicio del XXI concide con un cambio drástico del modelo de familia tradicional al incorporarse, por pirmiera vez en la historia, la mujer masivamente al mercado laboral, en un momento donde la familia requiere más atenciones que nunca por el necesario incremento de la natalidad y el crecimiento de la póblación mayor motivado por los grandes avances en los cuidados de la salud y la sanidad.
Y para hacer frente a ello de forma sostenible, se hace imprescindible el desarrollo de nuevas actividades empresariales que satisfagan las nuevas necesidades, el desarrollo de nuevos productos y servicios de alto valor añadido y el invremento de la productividad y competitividad empresarial de todos a niveles desconocidos hasta la actualidad, para hacer frente, además, al vertiginoso crecimiento de la población y a los nuevos retos sociales y de calidad de vida demandada por los ciudadanos en una sociedad, como la española, que en muy pocos años hemos entrado en el reducido grupo de las más desarrolladas y deseamos no solo mantener sino incluso incrementar dicha calidad de vida. Pero además somo ambiciosos en este empeño y a la vez queremos ser solidarios con otras gentes y paises que no han tenido la fortuna de los que hoy vivimos en España.
Y es que desde que se ha sabido que el crecimiento de la población, que llevará a España a contar con cincuenta millones de habitantes en un corto período de tiempo, correrá parejo con acrecentar las expectativas de años de vida, todos coinciden en que será preciso articular servicios de atención a la dependencia, potenciar las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral y lograr la integración de los flujos migratorios mediante su adecuada inserción sociolaboral, en la que habrá que contemplar su cualificación y desarrollo profesional como la gestión de su diversidad.
Detrás de esas cifras se enmarcan, por tanto, millones de proyectos vitales en pos de la felicidad personal y colectiva y que hay que enmarcarlos en una sociedad avanzada. Que ve cómo cambian sus pautas familiares, e irá viendo cómo se desarrollan programas de integración de la diversidad y cómo se espera que aparezcan nuevos servicios a las familias y a las personas, con lo que todo ello supone para la contribución a la mejora de la calidad de vida colectiva. Pero también a la competitividad y al crecimiento económico, pues detrás de todas estas demandas de nuevos servicios hay múltiples oportunidades para implantar actividades empresariales y para aplicar políticas públicas que permitan responder a las nuevas necesidades. Importantes inversiones y nuevos yacimientos de empleo masivo están detrás de esta nueva realidad.
Y es que los cincuenta millones de ciudadanos van a necesitar que se desarrollen políticas de conciliación, de apoyo a las personas dependientes, de integración e igualdad y, en definitiva, de calidad de vida y nuevas formas de vivir las ciudadanías avanzadas y no discriminatorias y solidarias. Y también que los tejidos empresariales, a la vez que se expanden hacia nuevas oportunidades de negocio, vean el interés de participar en estos procesos para mejorar tanto su posicionamiento e imagen, como para fidelizar el talento ofreciendo mejores condiciones laborales.
Al hilo de estos temas de igualdad, conciliación, integración, asistencia particularizada o desarrollo articulado de lo profesional y lo personal, hay que asociar otros referidos a la convergencia productiva de iniciativas públicas y privadas para configurar las nuevas Sociedades del Bienestar. Que al requerir el compromiso de cada ciudadano, pero también de los tejidos empresariales e institucionales, parecen incluso querer trascender el desarrollo de lo que ha dado en llamarse el cuarto pilar del Estado del Bienestar. Pues las demandas van más allá del desarrollo de los nuevos servicios de asistencia a la dependencia, para abrirse a una multiplicidad de actividades dedicadas a los servicios a las personas. Dedicadas, en fin, a acrecentar y hacer posible la felicidad personal en todos los ámbitos de la vida colectiva.
La personalización de los servicios es por tanto el eje sobre el que se deberán articular todas las iniciativas y en las que habrán de converger tanto las políticas públicas como los requerimientos de los mercados laborales, la financiación compartida de los servicios de atención y el desarrollo de nuevos marcos regulatorios. Lo cual solo será posible si en estas nuevas actividades se empiezan a usar las ventajosas aplicaciones tecnológicas que es factible rediseñar para ellas, o si en ellas concurren la voluntad de las empresas a la hora de desarrollar su responsabilidad social a favor de la calidad de vida colectiva. Para lo que será determinante que dichas actividades se contemplen, a su vez, en los acuerdos de la negociación colectiva, pues la felicidad personal es algo más que mejoras salariales o avances en la calidad de los empleos.
Es evidente que la personalización de los servicios aludidos debe hacerse desde cada caso singular, pero con el objetivo compartido de contribuir y colaborar en el desarrollo de unas nuevas pautas de vida. En las que la solidaridad, la eficiencia en el uso de los recursos y la competitividad de las nuevas actividades sean determinantes para la calidad de vida de las personas y la competitividad de los tejidos empresariales. Que son, en definitiva, los que han de generar los excedentes necesarios que hagan posible aquélla. Un reto, por tanto, que deja de ser personal o de las empresas e instituciones, para ser colectivo e impulsar el desarrollo de unas nuevas maneras de vivir y trabajar.
Compromiso que, al traducirse en la demanda y oferta de nuevos apoyos a las personas, suponen crear nuevos servicios a los ámbitos familiares y que desarrollen los muy incipientes actuales. Pues con ello se abrirán nuevas actividades y los tejidos empresariales, al tener que organizarse en aras a mejorar su competitividad y contribuir a la calidad social, se afianzarán en la mejor gestión del talento y la motivación de las personas que los vivifican, renuevan y los hacen cada día más eficientes. Asimismo los poderes públicos descubrirán, al hilo de tener que gestionar nuevas esferas para proyectar sus políticas, la importancia de promover la coordinación de iniciativas públicas con otras privadas, consiguiendo fórmulas de gestión más ágiles y efectivas.
Tal coordinación tiene que darse, además, en marcos regulatorios y de ordenamientos competenciales diversos. Desde los que habrá que ingeniárselas para tejer ese futuro desde el que construir la felicidad colectiva, para la que son imprescindibles las políticas públicas y la disponibilidad de recursos. Pero sobre todo la conciencia colectiva de propiciar nuevos procesos que faciliten la conciliación, erradiquen las desigualdades y la discriminación. Y que apuesten por la solidaridad con las personas más desfavorecidas o que viven circunstancias más difíciles y frágiles y que limitan su autonomía.
Y es que en esta hora de la igualdad, la solidaridad y la competitividad, el esfuerzo colectivo empieza ahora y no puede dejarse solo en manos y a responsabilidad de las empresas y los poderes públicos. Es preciso que la sociedad se dote de recursos, políticas y servicios sociales que palien todo lo que queda de discriminatorio en las realidades colectivas. Y es preciso también que desde las instituciones de la sociedad civil, se promuevan debates e iniciativas que muestren cuáles son las demandas y las oportunidades. Para que con ello se contribuya a la efectividad de las aplicaciones legislativas y a orientar los proyectos empresariales. Así como a promover la innovación social, amén del éxito empresarial, pues sólo así se construyen sociedades más prósperas y avanzadas. Y en las que no debieran estar reñidos los afanes en pos de la competitividad con el cuidado por dejar un resquicio para la felicidad de cada cual y la de los que los rodean.