Diálogo con Cipri Quintas: «Somos lo que damos»

Lo recuerdo como si fuera hoy. Fue el 22 de noviembre del 2018 cuanto tuve la oportunidad de conocer a mi hoy gran amigo Cipri Quintas. Dos amigos comunes, Román Villaescusa y Javier Yuste me dijeron: “Javier, ¿qué tienes que hacer el jueves? Vente a comer al restaurante Silk, en Alcobendas, queremos presentarte a un amigo que te encantará conocer, tenéis muchas cosas en común”.

Recuerdo que ese día lo tenía comprometido para la hora del almuerzo, pero su insistencia hizo que le pidiera a mi otro compromiso cambiar la fecha, y así lo hicimos. Allí estaba yo, el 22 a las 14:30 horas en Silk. Previamente le había preguntado a san Google quién era ese tal Cipri Quintas, y la verdad es que me impresionó lo que leí de él. Además del abrazo intenso con el que me recibió, de no sé cuantos minutos de duración sin soltar los brazos (que, al no estar acostumbrado, se me hizo eterno y “raro”) y la degustación de una de las mejores comidas asiáticas de Madrid (y a un precio muy razonable), debo decir que me impresionó también por lo distinto que era, y es, a las tantas personas que cada día uno conoce.

Esta ha sido una de esas personas a las que podemos llamar “buenas”, de gran corazón, que un día conoces y que cambia en parte tu vida, que te hace ver el mundo de forma diferente, dar valor a cosas que hacías y otras a las que no le prestabas tanta importancia. A mí me ha pasado, gracias a Román y a Javier que me “obligaron”, como buenos amigos que son, a que les acompañara aquel día.

Y así, hoy, tras ya camino de los dos años de gran e intensa amistad, me he atrevido a hacerle una pequeña entrevista para dar a conocer algunas cosas que quizás muchos no conozcáis de él. Seguro que va a merecer la pena. Vamos a ello.

Cipri, tú eres un emprendedor en serie y además empezaste muy joven, a los 18 años. ¿Cómo sucedió aquello?

Pues de casualidad. Cuando estaba en COU, el director del instituto vio que se me daban muy bien las personas y siempre estaba liando y organizando cosas, y me propuso montar una empresa de agendas. Yo ya había repetido dos veces, y vi allí una oportunidad maravillosa para aprobar. Al final, vendimos unas cuantas agendas, sí, pero lo más importante es que conseguí aprobar, siendo el socio del director. Luego, a los 21 años, al volver de la mili, transformé un antiguo cine en discoteca, sin darme cuenta. Fue como un juego, y fue al abrir las puertas fue cuando nos dimos cuenta de todos los problemas. Así que puede decirse que así es como me he convertido en empresario: sin darme cuenta. La mayoría de mis negocios han sido como pasear: he visto un camino y me he metido por él.

¿Qué te anima a continuar en este camino?

Me anima la posibilidad de hacer cosas. En la vida somos lo que hacemos, y no estamos aquí para perder el tiempo. Yo siempre digo que más vale arrepentirte de lo que has hecho que no haber intentado nada. Cuando me dan un folio y hago un dibujo, ya tengo un negocio.

¿Cuál de las lecciones que aprendiste en tus primeros pasos como empresario te ha ayudado más a crecer a largo plazo?

Que lo más importante es generar confianza en las personas. Si ganamos su confianza, lo tenemos todo. Somos lo que damos, y si nos dedicamos a dar, sumar y aportar, la vida nos irá bien.

 ¿Qué error te alegras más de haber cometido, por el valor de lo que te enseñó?

Me he equivocado un montón de veces. Hace unos días me hicieron una entrevista sobre mis errores, que habían previsto que duraría 40 minutos, y estuvimos tres horas y media hablando. Ahí me di cuenta de que soy el resultado de un montón de errores, que al contarlos parecen aciertos. Así que en realidad creo que no hay errores, solo aciertos. Eres lo que haces, y si haces cosas siempre vas a acertar, porque has vivido.

¿Qué han tenido y tienen en común todos tus emprendimientos?

Lo más importante que han tenido y tienen en común es la ilusión, tener muchas ganas de sacarlos adelante. También, rodearme de los mejores, no tener miedo de que me hicieran sombra (lo bueno de que te hagan sombra es que no te da el sol en la cabeza y no coges una insolación). Cuanto más te rodees de talento, mejor te irá en la vida, y si estás rodeado de buena gente, te harán brillar el doble.

Eres todo un referente y promotor del networking, con tu giro personal basado en el corazón, que explicas en El libro del Networking y en tus conferencias. ¿Qué consejo le darías a un profesional que quiere hacer crecer su red de contactos, o incluso comenzar a cultivarla desde cero?

Que estuviera más pendiente de ver cómo puede ayudar que de ver lo que puede sacar o lo que puede vender. La mejor manera de vender es ganarte las confianzas de las personas.

Y ahora, cómo no hacerlo: ¿qué errores te parece que se cometen con mayor frecuencia a la hora de gestionar las relaciones profesionales?

Creo que el error más importante es no mirar a los ojos, no escuchar cuando el otro te está hablando, y no ver en él un valor aunque no sea de venta directa. Todo el mundo vale, todo el mundo es fantástico, interesante para estar a tu lado, siempre y cuando cumpla el más grande de los requisitos, que es ser buena persona.

¿Cómo crees que va a afectar la “nueva normalidad” a la práctica del networking?

Pues verás, yo no creo en la “nueva normalidad”, creo en una “nueva realidad”. Si somos capaces de dibujar sonrisas en nuestros ojos, aunque nos tape la boca una mascarilla podremos acceder al corazón de la gente. Si somos capaces de darnos cuenta de que solo saldremos de esto si hemos invertido en los demás desde el amor, desde el dar, habremos aprendido muchísimo.

¿Cuál o cuáles de las claves que comparto en Quédate conmigo. Veinte claves para enamorar a tus clientes… ¡y que se queden contigo! dirías que han sido más relevantes para tu éxito profesional?

Sin lugar a dudas, en la que coincidimos siempre, querido amigo, pero que tú has hecho más grande todavía, “Da y recibirás”. Hay que dar hasta que te duela.

¿Y cuál te parece que es más urgente trabajar ahora mismo?

“Atrévete”, sin duda. Estamos en un momento para atrevernos. Si no nos atrevemos, vamos a quedarnos en casa con el principal virus, que es el miedo. Y también “Sé honesto, los engaños salen caros” y “Pon el corazón en lo que haces”. El corazón, la honestidad y la verdad son valores que están en alza, porque todo lo demás se ha demostrado que no conduce más que a un enriquecimiento rápido pero con cimientos de barro, que no va a ningún lado.

Por último, te voy a pedir que describas a una persona que conozcas a quien creas que puede ayudar la lectura de Quédate conmigo. Veinte claves para enamorar a tus clientes… ¡y que se queden contigo!

Se lo he recomendado a muchísima gente, pero la última persona a la que le he hablado de él es Mago More. Es una persona a la que yo siempre intento aportar algo, y me cuesta porque es una enciclopedia andante, pero creo que este libro puede hacerle mejor de lo que ya es.

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