El silencio no es una opción: el necesario fin de la neutralidad de las marcas

El ataque militar de Rusia a Ucrania iniciado el 24 de febrero de 2022 y la consiguiente invasión que hasta la fecha ha causado cientos de víctimas y obligado a diez millones de personas a abandonar sus hogares es, sin duda y en primer lugar, una tragedia humana sin paliativos. La magnitud de sus consecuencias es, a fecha de hoy, difícil de prever. La reacción del mundo corporativo a este conflicto nos habla de su progresiva sensibilización con los problemas más actuales de la sociedad, signo del necesario fin de su neutralidad en asuntos que nos afectan a todos. Pero ¿es suficiente con reaccionar ante hechos consumados?

Con un gran número de multinacionales abandonando Rusia en respuesta a la intervención militar rusa es inevitable reflexionar sobre la responsabilidad de las empresas de alejarse de la neutralidad. De adoptar un papel activo en la defensa de los valores que nos permiten convivir en sociedad y trabajar en la construcción de un mundo mejor. Si nos centramos en nuestro entorno más inmediato, la Unión Europea, veremos que tiene claras sus prioridades en este ámbito. Y la política comercial de sus países miembros así ha de reflejarlo.

Política comercial y desarrollo sostenible: la UE en la vanguardia

Los Tratados de la UE exigen que la Unión promueva sus valores en todo el mundo, entre ellos el desarrollo de los países más pobres, unas normas sociales y medioambientales elevadas y el respeto de los derechos humanos. En este sentido, la política comercial y de inversiones debe ser coherente con otros instrumentos de la acción exterior de la UE.

Uno de los objetivos de la UE es garantizar que el crecimiento económico vaya de la mano de la justicia social, el respeto de los derechos humanos, la protección de la salud y la seguridad y unas normas laborales y medioambientales estrictas. Esto se aplica tanto a las políticas internas como a las externas y, por tanto, incluye la política comercial y de inversiones.

La UE lleva mucho tiempo a la vanguardia en la integración de los objetivos de desarrollo sostenible en la política comercial y en hacer del comercio un instrumento eficaz para promover el desarrollo sostenible en todo el mundo. La importancia de la contribución potencial de la política comercial al desarrollo sostenible ha sido reafirmada recientemente por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible). Esta guiará la acción mundial durante los próximos años.

El sector privado tiene en esta Agenda una valiosa hoja de ruta para una transformación necesaria, de la que ha de ser motor, y debe encontrar las maneras más efectivas de contribuir a su cumplimiento. El objetivo 16 (Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y construir a todos los niveles instituciones eficaces e inclusivas que rindan cuentas) está hoy más que nunca sobre la mesa.

Instrumento eficaz para el avance de los derechos humanos

La política comercial, en combinación con otras políticas de la UE, en particular la política exterior y la cooperación al desarrollo, puede ser un instrumento eficaz para el avance de los derechos humanos en terceros países. Merecen especial atención las violaciones de los derechos humanos detectables en las cadenas de suministro mundiales, como las peores formas de explotación del trabajo infantil y el trabajo forzado de los presos, o las derivadas del tráfico de personas o el acaparamiento de tierras.

Las consideraciones relativas a los derechos humanos son cada vez más importantes en los acuerdos bilaterales de libre comercio de la UE, las preferencias unilaterales (especialmente en el SPG+) y la política de control de las exportaciones de la UE. Por ejemplo, en casos de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos, los países beneficiarios han perdido las preferencias del SPG (como es el caso de Sri Lanka, Bielorrusia y Myanmar/Birmania) hasta que la situación mejore adecuadamente. La Comisión también ha elaborado unas directrices para ayudar a evaluar el impacto de las iniciativas de política comercial sobre los derechos humanos, tanto en la UE como en los países asociados.

El poder transformador de las empresas

Hoy sabemos que el gran poder de transformación de la sociedad está en las empresas. Los ciudadanos-consumidores, cada vez mejor informados y más conscientes de la importancia del propósito pueden obligar a las empresas a ser impulsoras del cambio hacia una sociedad más justa para todas las personas que la integran.

Es positivo y esperanzador ver el compromiso que están mostrando un gran número de empresas (Ikea, Inditex, Microsoft, Mango, PayPal, Google, Tendam (Cortefiel), Apple, Bershka, Zara, Oysho, Pull&Bear, Stradivarius, Massimo Dutti, Tous, Chanel, Hermes, Prada, entre muchas otras) ante el sufrimiento de las personas afectadas por la guerra en Ucrania, secundando las sanciones que la Unión Europea y Estados Unidos han impuesto a Rusia y poniendo en marcha acciones destinadas a paliar el sufrimiento de las víctimas del conflicto.

Ha llegado el momento de que las marcas olviden la neutralidad, definan su posición y actúen en asuntos geopolíticos de la misma manera que han aprendido a hacerlo en los ámbitos del medioambiente o diversidad. El silencio y la inacción jamás benefician a la víctima, solo a su agresor, y las empresas parecen cada vez más conscientes de este hecho, y de la responsabilidad que ostentan frente a la sociedad de la que forman parte.

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