En estos días nos preparamos para comenzar el tercer curso escolar afectado por la pandemia de COVID-19. En la segunda mitad del curso 2019-2020 nos tuvimos que adaptar a marchas forzadas a las clases online. El 2020-2021 nos trajo la semipresencialidad, los grupos burbuja y demás maniobras para minimizar los riesgos de contagio para los alumnos y profesores. Y en el curso 2021-2022 que está a punto de comenzar, volvemos a la presencialidad para todos los niveles y etapas, al mismo tiempo que muchas empresas se plantean la vuelta a la oficina. ¿Cómo potenciar la conciliación y la corresponsabilidad en este escenario, aún no normalizado por completo?
Un reto superado, con consecuencias
Al comienzo del anterior curso escolar nos preguntábamos hasta qué punto la semipresencialidad de las clases no supondría un escollo difícil de superar para la conciliación de la vida familiar y laboral. Y, efectivamente, no ha sido un periodo fácil para ninguno de los implicados. Alumnos, padres y profesores han sufrido las consecuencias de un modelo que hemos tenido que construir sobre la marcha. Aun con la mejor voluntad y el mayor esfuerzo por parte de todos, los baches han sido notables.
En el caso de los alumnos, tanto su rendimiento académico como su salud emocional se han visto afectados. Para los docentes ha sido un año de trabajo increíblemente intenso, en el que han hecho lo imposible por suplir las carencias arrastradas del primer curso en pandemia, a costa de elevados niveles de cansancio, estrés y ansiedad. Y para los padres y madres ha sido un curso especialmente complicado, al no poder contar con un horario lectivo convencional ni con muchas de las actividades extraescolares que, aunque desde luego no es su función, en la práctica sirven como apoyo importante a la conciliación.
¿Vuelta a la normalidad?
Por tanto, si bien el curso pasado no ha sido sencillo para nadie, sí nos ha ayudado a poner en perspectiva lo vital que es contar con medidas de conciliación eficaces en el ámbito de la empresa. No es un extra ni una opción: es una necesidad absoluta. Y aunque hablamos en esta ocasión del curso escolar y nos centramos en las personas con menores a su cargo, no podemos olvidar a las familias que incluyen a personas mayores o con algún tipo de dependencia, y que también se enfrentan a grandes dificultades a la hora de conciliar.
Además, para muchas familias este mes de septiembre va a implicar no solo una, sino dos “vueltas al cole” y, presuntamente, a la “normalidad”. Cada empresa es un mundo, y algunas han sabido o podido aprovechar mejor que otras el potencial de los modelos de teletrabajo y trabajo flexible que llegaron de la mano del coronavirus en marzo de 2020. Ahora, aunque algunos sondeos apuntan a que la mayoría de las compañías españolas aspiran a implantar modelos híbridos, entre las PYMEs, sobre todo, se espera un retorno más o menos general a la presencialidad. Siempre que la situación epidemiológica lo permita, claro está.
Fomentar la corresponsabilidad: prioritario e inaplazable
En los últimos meses hemos comprobado que aún nos queda mucho camino por recorrer hacia una corresponsabilidad real. Ya antes de la pandemia eran las mujeres quienes mayoritariamente optaban por reducciones de jornada y excedencias para el cuidado de menores o personas dependientes. Esto, desafortunadamente, se traduce en menos ingresos, menor estabilidad laboral y una barrera para acceder a puestos de mayor responsabilidad.
Y, por supuesto, durante este último año y medio, las mujeres han seguido siendo, en su inmensa mayoría, quienes han soportado el mayor peso a la hora de conciliar. Muchas de ellas se han visto obligadas a realizar una auténtica doble jornada, que ha pasado factura tanto a su bienestar físico como emocional. Es responsabilidad de las empresas tomar nota de estas situaciones, analizar lo que han estado haciendo hasta ahora, lo que funciona y lo que no. Lo que se puede, y se debe mejorar. Y, una vez definido, convertir su ejecución en una prioridad.
Un esfuerzo colectivo
La corresponsabilidad, imprescindible para una verdadera conciliación, debe ser un esfuerzo colectivo, promovido desde las organizaciones. Inseparable de su cultura, de su ADN. El inicio de este curso escolar va a poner a prueba la capacidad, y sobre todo, la voluntad de las empresas, de apoyar a sus trabajadores y trabajadoras en este sentido. Es el momento de demostrar con hechos concretos, y no solo con palabras, que están formadas por personas que cuidan de personas y se preocupan por su bienestar. Si tenemos la capacidad de superar esta evaluación con buena nota, ¿por qué conformarnos con un simple aprobado?
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