Creo que todos hemos tenido la experiencia de comenzar alguna tarea cotidiana con pocas ganas, dedicarnos a ella a medio gas y, o bien terminar por abandonarla, o completarla meramente “por cumplir”. Los resultados suelen ser más que mejorables, y la sensación que nos queda, desagradable y frustrante. Nos faltaba algo, desde antes de empezar. Si lo trasladamos a nuestra vida profesional rápidamente nos damos cuenta de que la tan buscada y deseada excelencia solo está al alcance de quienes se implican en su trabajo más allá de lo imprescindible, porque creen en el valor de lo que hacen y en la relevancia de su labor para la sociedad. La clave está en la pasión que debe estar presente desde el inicio y nos impulsa en el camino hacia el éxito. Pero, ¿cómo nos ayuda, y qué podemos hacer para cultivarla?
Implicados a tope: atención plena
La pasión en el trabajo la demuestran nuestro interés en lo que hacemos y también sus resultados, pero el sentimiento íntimo es previo a todo: la pasión que moldea nuestra actitud la traemos de casa, y se hace presente cuando la aplicamos a nuestras acciones. Al tomar conciencia de que las actividades que desarrollamos tienen un impacto positivo real en la sociedad, esta pasión innata se retroalimenta y se convierte en una fuente inagotable de motivación.
Y no existe nada comparable a la motivación para entregarse a una actividad con una concentración absoluta. Es lo que conocemos como atención plena, indispensable para rendir con eficacia. Dividir la atención entre distintos objetivos es una pésima elección a la hora de gestionar nuestro tiempo, incluso para atarnos los cordones de los zapatos. Pongamos el foco, la acción y el pensamiento en lo que hacemos, una cosa cada vez. La atención plena es un estado de gracia reservado para las personas que disfrutan de una gran motivación, que suelen coincidir con aquellas que ponen pasión en su trabajo.
Un interés por la formación que no decae
Otro indicador de aquellos profesionales que llegarán a alcanzar la excelencia lo encontramos en su anhelo por formarse de manera continua. Son personas que jamás piensan que ya lo saben todo en su campo, o que no pueden elevar su nivel. Entienden que hoy en día los conocimientos se vuelven obsoletos a una velocidad de vértigo, y no están dispuestos a quedarse atrás. Desean seguir formándose siempre que tengan oportunidad, y no ponen excusas para invertir tiempo y esfuerzo en la tarea.
A otro lado, podemos identificar un grupo que está algo desmotivado y probablemente no es consciente de ello. Son trabajadores competentes que, por el motivo que sea, han decaído en su interés por continuar actualizando sus conocimientos y habilidades. Es un indicativo muy revelador del que merece la pena estar pendientes dentro de un equipo de trabajo. El tiempo corre muy deprisa y a veces necesitamos que nos despierten si nos despistamos. Actuando con tacto podremos ayudar a ciertas personas a volver a acercarse a la excelencia, y lo agradecerán.
Creatividad: un poco más allá
La pasión en el trabajo es un estado mental infalsificable: o se tiene, o se carece de ella. Y si un profesional atiende sus ocupaciones laborales con atención plena, no piensa en otra cosa durante gran parte del día y está motivado para ejecutarlas a la perfección, ¿tiene algo de raro que le surjan multitud de ideas relacionadas con lo que hace?
Sin duda, la pasión en el trabajo nutre la creatividad, que convierte al mediocre en talentoso y al talentoso en genio. ¿Habéis oído lo que dicen los grandes triunfadores empresariales? Que trabajan un montón de horas diarias, incluso cuando son más que ricos. Lo siguen haciendo porque les impulsa la pasión por su trabajo, que les lleva a encontrarse satisfechos y a generar ideas sin cesar. Hallarse a gusto mientras te ganas la vida es un privilegio para cualquiera: otro gran motivo para que nos esforcemos en hallar una actividad a la que poder dedicarnos con alegría al mil por cien.
La pasión en el servicio a las personas
Como siempre, para escribir estas líneas me remito a mi propia experiencia personal de más de cuatro décadas dedicadas a crear y hacer prosperar empresas con una misión: generar progreso social. Así, he podido comprobar a diario que en el sector de los servicios para las personas esa pasión de la que hablamos es ineludible e irremplazable. Lo que uno siente lo transmiten sus actos, su actitud y hasta su voz y su aspecto. No hay manera de disimular algo así a diario. Los servicios personales los prestan personas para otras personas. Es imprescindible sentir pasión por lo que hacemos, para relacionarnos con la debida empatía y respeto con las personas a las que servimos, en ocasiones de una forma muy cercana. Otro gran beneficio, tal vez el más humano, de aplicar pasión en el trabajo.
En Alares nos dedicamos desde 1999 al cuidado de las personas y sus familias, a aportarles los mejores servicios personales, cariño y atención, en cualquier rincón de la geografía española o portuguesa con personal de nuestra propia plantilla, y trabajamos con las empresas para que puedan utilizarlos para atraer y fidelizar emocionalmente a sus clientes y a sus empleados con servicios necesarios, hoy más que nunca, en su vida diaria personal y familiar.
En mi libro autobiográfico ¡Quédate conmigo! 20 claves para enamorar a tus clientes… ¡y que se queden contigo! he querido compartir las experiencias vitales y profesionales de varias décadas que me han ayudado a definir las claves para atraer y fidelizar clientes y empleados con éxito. Hoy todos tenéis la oportunidad para ponerlo en práctica, nunca ha sido mejor momento. Un libro solidario que puedes adquirir en este enlace, e incluso regalar a tus empleados y clientes. Te lo dedicaré personalmente. Y si quieres escuchar el audiolibro narrado por mí mismo, lo tienes gratis en el mismo enlace.