Después de meses de oscuridad por fin recibimos alguna noticia positiva que apunta, tímidamente, a una luz al final del túnel. Estos días hemos sabido que la vacuna de Pfizer ha tenido un 90% de efectividad durante los ensayos clínicos, y que en 2021 podrían distribuirse hasta 1300 millones de dosis. Son datos que han desatado el optimismo (estamos muy necesitados de buenas noticias). Pero no conviene olvidar que, incluso en el mejor de los casos, nos quedan por delante muchos meses de “nueva normalidad”, y que es muy probable que algunos de los cambios experimentados sean permanentes, con o sin vacuna. ¿Qué necesitamos para seguir creciendo en este escenario?
Desde que empezó la pandemia, ¿cuántos fabricantes crees que han empezado de cero a vender productos relacionados con el COVID? ¿Has contado la cantidad de marcas de hidrogel que han aparecido en el supermercado? ¿Tu propia empresa ha introducido cambios para amoldarse a lo que está sucediendo? La nueva normalidad no es solo, ni sobre todo, el drama de los ERTE o de los negocios que cierran. Millones de personas continúan consumiendo, la inmensa mayoría del tejido productivo sigue en pie. De nosotros depende contemplar este periodo como una época de oportunidad, a pesar de las dificultades. Para adoptar esta visión necesitamos, ante todo, entrenar nuestra resiliencia.
Resiliencia ante los cambios forzosos
La resiliencia es la capacidad que mostramos para superar acontecimientos que nos afectan. Si alguna vez has tenido que rehabilitarte después de una lesión, sabrás que los ejercicios que no causan molestias rara vez ayudan en la recuperación. Las circunstancias que provocan un cambio radical son las que ponen a prueba nuestro carácter y nos impulsan a crecer.
El COVID-19 ha forzado cambios en las organizaciones más dispares, desde la tienda de la esquina a la más global de las multinacionales. En el ámbito empresarial, para los directivos resulta un impacto demoledor comprobar que de pronto se va a pique todo lo planificado. Creo que todos conocemos a alguien que ha entrado en shock en este periodo, o ha estado a punto de hacerlo.
Al verse alterados de una u otra manera la práctica totalidad de los ámbitos de negocio, la cuestión no es solo reaccionar. Se trata de acertar a hacerlo de forma correcta, contando con datos limitados y lidiando con imprevistos. Y ha dolido, pero poco a poco hemos ido movilizando los músculos que necesitábamos para seguir caminando.
Reinventarse, adaptarse, crecer
Algunas de las compañías que se han reinventado han mostrado una capacidad admirable de resiliencia y adaptación: por ejemplo, fabricando un nuevo modelo de respiradores en plantas de ensamblar automóviles. O las innumerables pymes y autónomos, reconvertidos en productores de mascarillas y EPI, fabricantes de hidrogel o lo que hiciera falta en cada momento para continuar la lucha durante la crisis sanitaria.
A otras empresas les ha bastado con implementar cambios relativamente suaves para proseguir con su andadura e incluso crecer. Y aún otras, desafortunadamente, por las características de su modelo de negocio o por otras dificultades añadidas, no han podido adaptarse para seguir con su actividad y han tenido que cesarla, temporal o permanentemente.
Un impacto tan extendido como el del coronavirus causa una alteración profunda del tejido económico, generando huecos en los sectores en los que numerosos negocios están dejando de funcionar. Aquellos que sean capaces de potenciar su resiliencia para capear el temporal y adaptarse para cubrir las necesidades del mercado hallarán oportunidades para continuar creciendo.
La actitud proactiva y el nuevo despegue
La clave para trabajar esta resiliencia está en adoptar una conducta proactiva. Dejar atrás las lamentaciones y las emociones negativas, y hacerse conscientes de que el mundo ha cambiado, pero seguimos en él, de que vale la pena otear el horizonte en busca de noticias positivas y ganas de superar lo que venga. Resiliencia también es agarrarse a las oportunidades que surgen o tener la determinación para dar un volantazo al rumbo de una organización. La cuestión es que hay que estar muy atentos al panorama (escuchar, siempre escuchar), detectar a tiempo lo que sucede y tener valor a la hora de tomar decisiones.
Con todo, si queremos potenciar la resiliencia en una compañía, esta debe cristalizar en el interior de cada uno de sus integrantes. La resiliencia emerge desde la fortaleza mental, desde la aceptación de la realidad y la capacidad de lucha para modificarla. Se trata de un trabajo conjunto, y solo con una actitud proactiva y esperanzada por parte de todas las personas implicadas lograremos el éxito. Para ello, lo primero es asegurarnos de que cada persona se siente verdaderamente parte del proyecto común, que su vínculo emocional con la empresa le motiva a afrontar los cambios con optimismo y afán de superación. Para ello, las personas deben sentirse escuchadas, entendidas y cuidadas de una manera genuina, en lo que realmente importa: su bienestar y el de los suyos.
Cuidar a las personas para aumentar su resiliencia
Numerosas empresas han comprobado en estos meses que los servicios de asistencia personal que favorecen la conciliación de la vida personal y laboral, así como las consultas psicológicas y la formación sobre motivación y gestión de emociones y estrés son maneras eficaces de cuidar a los empleados y clientes. Sí, ¡también de los clientes!, y ayudarles a alcanzar ese bienestar físico y mental tan necesario para que la resiliencia pueda desarrollarse. La posibilidad de recurrir a ese tipo de servicios en función de las necesidades de cada persona se traduce automáticamente en un incremento de la resiliencia empresarial. Es una vacuna contra los efectos económicos del COVID-19 que sí está ya a nuestro alcance.
En Alares nos dedicamos desde 1999 al cuidado de las personas, y trabajamos para ayudar a las empresas a atraer y fidelizar emocionalmente a sus clientes y empleados con servicios necesarios, hoy más que nunca, en su vida diaria personal y familiar.
En mi libro autobiográfico ¡Quédate conmigo! 20 claves para enamorar a tus clientes… ¡y que se queden contigo! he querido compartir las experiencias vitales y profesionales de varias décadas que me han ayudado a definir las claves para atraer y fidelizar clientes y empleados con éxito. Hoy todos tenéis la oportunidad para ponerlo en práctica, nunca ha sido mejor momento. Un libro solidario que puedes adquirir en este enlace. Te lo dedicaré personalmente. Y si quieres escuchar el audiolibro narrado por mí mismo, lo tienes gratis en el mismo enlace.