Todos los trabajos legales son dignos y necesarios, pero, ¿cómo preferirías ver a tu hijo ganándose la vida? ¿En un empleo en el que las horas simplemente pasan y la labor de la jornada no le aporta más que una retribución económica? ¿O en otro en el que se le ilumina la mirada cuando piensa en todo lo que está aportando? La trascendencia del trabajo que realizamos le da un atractivo innegable a la hora de elegirlo como vocación. Y, por supuesto, para que las empresas atraigan y retengan a los mejores candidatos para realizarlo.
Deslumbrar con el valor del trabajo
A cualquier persona le agrada pensar que su labor importa, que su jornada no es un desperdicio, sino que trabaja creando valor. Todos necesitamos sentirnos respetados, y eso se extiende a aquello a lo que nos dedicamos, a lo que nos permite ganarnos la vida. La autoconfianza y la salud psicológica de las personas están en relación directa con el aprecio que nos profesamos a nosotros mismos. Y este debe extenderse a nuestro ámbito profesional.
Ciertos trabajos considerados importantes por consenso social atraen como un imán a los estudiantes o a los trabajadores, deseosos de llegar dominar la especialidad de su elección. Los trabajos altamente especializados poseen el plus de hallarse fuera del alcance de los no iniciados. Dan la imagen de ocupaciones muy profesionales que siempre proporcionarán empleo de alta calidad a aquellos que las dominen. La formación necesaria para desempeñarlos puede alargarse durante años y presentar una dificultad significativa. Como son actividades indispensables para ciertos procesos o industrias, su trascendencia y su atractivo se hallan fuera de duda.
Pero la trascendencia del trabajo no termina en las ocupaciones altamente especializadas. Al directivo le toca lograr que todos y cada uno de los puestos que ofrece permitan un desarrollo profesional adecuado de quienes los ejerzan, y que funcionen como un polo de atracción hacia la empresa, subrayando su importancia para el proceso conjunto y para las personas a las que, en última instancia, sirven.
Nos quedamos donde mejor encajamos
¿Quién querrá irse de donde se encuentra satisfecho, y no solo en un sentido económico? Suponed que trabajamos en aquello para lo que nos hemos formado, que nuestro puesto es estable, estamos bien pagados y las relaciones con nuestros compañeros son cordiales. ¿Qué podría faltarnos, aun teniendo todo esto? Pues seguir creyendo en la trascendencia de nuestro trabajo, en su utilidad y en el valor que genera para la sociedad. ¿O acaso duraría mucho un ecologista en un buque petrolero, por más que fuera un gran marinero?
El talento necesita creer en lo que hace para expandirse, para alcanzar su plenitud. Cuando alguien siente que su actividad es crucial y además está de acuerdo en el propósito de lo que produce, se sentirá conectado a la empresa de un modo especial. No se puede imitar la actitud de quien se siente internamente motivado. Las ideas brotan solas incluso en el momento del bocadillo y las conversaciones se centran sin quererlo en la ocupación profesional.
No hay nada que una más al talento a una empresa que la convicción de estar ocupándonos de cuestiones que valen la pena, en un entorno que nos impulsa a crecer hasta donde podamos. Estos días hemos visto en los informativos la celebración del equipo que ha conseguido llevar al robot Perseverance hasta la superficie de Marte. ¿Pensáis que al día siguiente alguno de ellos se iría a trabajar a una fábrica de cualquier producto básico alejado de su sueño, aunque le pagasen el doble?
La satisfacción de servir a las personas
Y al hablar de ocupaciones con trascendencia y potencial para resultar gratificantes por el valor que generan, no podemos dejar de mencionar a aquellos que trabajan en contacto directo con las personas, atendiendo sus necesidades de manera individualizada y mejorando su calidad de vida.
La formación en estos trabajos resulta imprescindible, por supuesto, pero ya antes de esa formación suele existir un poderoso impulso vocacional. Se trata de personas que se sienten naturalmente inclinadas a ayudar, a atender las necesidades de otras personas, desde las más sencillas a las más complejas o delicadas. Cuando esta vocación se cultiva con una formación excelente, los resultados son impresionantes, y así los experimentan aquellos que se benefician de ellos.
En mi opinión existen pocas profesiones más gratificantes y que generen mayor apego por la trascendencia del valor que aportan. ¿Qué puede haber más valioso para una persona que ve resuelto un problema que parecía inabordable? ¿Y más motivador para la persona que lo ha hecho posible? Constituye pues un gran ejemplo de retención del talento, y es algo que he podido constatar, una y otra vez, durante décadas de experiencia profesional en este ámbito.
No subestimemos nunca la importancia de reconocer el valor de nuestro propio trabajo y del de aquellos que mejoran nuestra vida con el suyo. Es el primer paso hacia un win-win, un ganar-ganar, que trasciende el ámbito profesional y abarca lo puramente humano: las relaciones entre las personas, siempre lo más importante.
En Alares nos dedicamos desde 1999 al cuidado de las personas y sus familias, a “regalarles” tiempo y a aportarles los mejores servicios personales, cariño y atención, en cualquier rincón de la geografía española o portuguesa con personal de nuestra propia plantilla, y trabajamos con las empresas para que puedan utilizarlos para atraer y fidelizar emocionalmente a sus clientes y a sus empleados con servicios necesarios, hoy más que nunca, en su vida diaria personal y familiar.
En mi libro autobiográfico ¡Quédate conmigo! 20 claves para enamorar a tus clientes… ¡y que se queden contigo! he querido compartir las experiencias vitales y profesionales de varias décadas que me han ayudado a definir las claves para atraer y fidelizar clientes y empleados con éxito. Hoy todos tenéis la oportunidad para ponerlo en práctica, nunca ha sido mejor momento. Un libro solidario que puedes adquirir en este enlace, e incluso regalar a tus empleados y clientes. Te lo dedicaré personalmente. Y si quieres escuchar el audiolibro narrado por mí mismo, lo tienes gratis en el mismo enlace.