Encuentro con el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi

Antonio Garamendi (a la izquierda), presidente de la CEOE, acompañado de Javier Benavente

Dentro del marco de la Caravana Nacional de Futuro, el pasado jueves día 28 de abril fui recibido por un gran amigo de hace muchos años: Antonio Garamendi, presidente de la CEOE. Pero esta vez no iba solo como amigo, iba en visita institucional, quería presentar el nuevo partido político Futuro. 

Me recibió con mucha amabilidad y cordialidad, pudiéndole explicar con toda confianza lo que llevo pensando desde hace tiempo. La realidad es que, si uno quiere cambiar las cosas, tiene que reflexionarlo bien, y, siendo realista, el lugar más indicado para ello es el Congreso, y de ahí, junto con otras personas con parecidas inquietudes, surgió la creación de Futuro.

Después de escucharme detenidamente, me ha deseado mucha suerte en esta nueva etapa de mi vida, cosa que le agradecí mucho.

Y a partir de aquí comienzo mi andadura por toda España, que me llevará a las diferentes provincias entrevistándome con las personas y presentando la propuesta alternativa de Futuro. 

Una nueva propuesta que promueve el entendimiento entre las personas, incluyendo, nunca excluyendo, porque el Futuro se construye en una unidad inclusiva. 

Le explico detalladamente lo que me inquieta sobre la sociedad y sobre el trabajoSobre las pequeñas y grandes empresas. Sobre los trabajadores y su dignidad como personas y la importancia que tienen las empresas para dignificar y para producir cambios importantes en el tejido social. Él escucha atentamente y muestra interés por todo lo que voy diciendo y, al final, me dice: «Suerte».

La suerte que me deseó Antonio, sabiendo que venía de lo más profundo de su corazón, me animó, ya que me hizo unas sugerencias que creo que fueron muy acertadas en esta mi nueva andadura. 

Pondero todo lo dicho en el encuentro institucional y valoró muy positivamente sus consejos. Ha sido como un impulso para empezar el arduo trabajo que me conducirá por las distintas instituciones que visitaré a lo largo de nuestro país. 

Me vuelvo para casa y reflexiono en todo lo que hemos hablado y me viene a la cabeza una preocupación y quizá el motivo principal de mi opción:

¿La política actual es una política sin ciudadanos? Esto me lo pregunto por el hecho de que la brecha entre la política y los ciudadanos ha crecido en dos direcciones en los últimos años. Si, por un lado, cada vez más ciudadanos se han alejado de la política, por otro, es la propia política la que se ha retirado y se ha sustraído a la mirada y al «agarre» de la gente corriente.

Una vez más, un clásico del pensamiento político, Alexis de Tocqueville, puede ayudar a ilustrar este doble movimiento. Al reflexionar sobre el vaciamiento de las instituciones democráticas locales durante el siglo XVIII en Francia, lo expresó así:

El pueblo, que no se deja engañar tan fácilmente como cree por las vacías apariencias de la libertad, se abstiene entonces en todas partes de interesarse por los asuntos de la comuna y vive dentro de sus muros como un extranjero. En vano los magistrados intentan de vez en cuando despertar en él aquel patriotismo municipal que hacía maravillas en la Edad Media; el pueblo permanece sordo, los intereses mayores de la ciudad no parecen moverlo. Les gustaría que acudiera a las urnas, donde se ha creído necesario preservar la vana imagen de unas elecciones libres; pero el pueblo persiste en abstenerse.

Hoy en día, la situación no parece tan diferente: la reducción -si no el vaciado- de los espacios de debate y toma de decisiones democráticos se ve contrarrestada por los intentos esporádicos de una élite cada vez más desacreditada de recuperar los corazones, las mentes (y los votos) de los ciudadanos. Los partidos que durante años no han celebrado un congreso digno de ese nombre (con una verdadera discusión sobre la línea política, en la que participen los afiliados o sus delegados), celebran «primarias» con una conclusión prevista, ante la que los votantes reaccionan con cansancio. 

Las instituciones locales, cada vez menos representativas compiten por inventar nuevas formas de participación ciudadana: desde los referéndums hasta los experimentos de «democracia deliberativa», pasando por las plataformas en línea. Se han topado con un sentimiento generalizado de escepticismo y desilusión. Si a esto le sumamos los continuos episodios de corrupción y mal gobierno que involucran a la clase política, no es de extrañar que a la desilusión se sume el boicot consciente de los indignados. El impresionante 28 % de abstención en las elecciones presidenciales de este año en Francia, o el 30,13 %, en las últimas elecciones españolas, dice algo al respecto…

Por eso creo que es importante explicar la importancia de las personas en Futuro, y es nuestro propósito, y de ahí esa necesidad de explicársela a este buen amigo.

Gracias, Antonio Garamendi, por aportar opinión y sugerencias a Futuro Tú. Trabajamos para construir un país de oportunidades y de empleo donde todos los españoles quepan.

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