Lo sucedido en Valencia a raíz de la DANA ha dejado a muchas familias devastadas y a una comunidad conmocionada. Me duele profundamente ver cómo nuestras ciudades y poblaciones siguen siendo vulnerables a catástrofes naturales, ya sea por agua o fuego. a pesar de los avances en tecnología y planificación. Este desastre es un claro recordatorio de que no solo se trata de gestionar la emergencia, sino de prepararnos para prevenir futuras tragedias. Los fuegos nos lo recuerdan todos los años en el mundo rural.
He estado reflexionando sobre el papel que tenemos todos —ciudadanos, líderes y profesionales— en construir un entorno más seguro. Los fuegos de la Sierra de la Culebra de hace un par de años, donde se quemaron más de 70.000 hectáreas, el mayor fuego registrado en España ¡y ya nadie se acuerda!, o las trágicas inundaciones de estos días en lugares como Aldaia, donde las crecidas de los ríos se repiten en el tiempo, demuestran la urgencia de poner en marcha soluciones que además de mitigar las consecuencias de estos eventos, trabajen en la prevención desde la raíz. La construcción sin planificación adecuada y la permisividad en zonas de riesgo han sido un error que hemos repetido una y otra vez. Es momento de cambiar ese enfoque y de actuar con responsabilidad. Cada catástrofe natural nos recuerda la vulnerabilidad de nuestras ciudades y poblaciones ante fenómenos naturales cada vez más frecuentes y extremos. Nos muestra cómo, a pesar de la tecnología y los avances, hay medidas fundamentales que aún no se implementan con la urgencia necesaria.
La importancia de un enfoque responsable
Es fácil pensar que la responsabilidad de enfrentar estas crisis recae solo en los dirigentes políticos, que en gran parte es cierta, como también lo es su falta generalizada de experiencia profesional para asumir responsabilidades políticas; pero no solo ellos son responsables, yo creo que todos tenemos también una parte que aportar. Cada decisión de construcción, cada medida de planificación urbana debe basarse en una conciencia de largo plazo y en la voluntad de proteger a las personas por encima de cualquier otro interés. No podemos seguir repitiendo los mismos errores y construyendo en zonas de alto riesgo sin los controles adecuados. En este sentido, debemos trabajar unidos y ser conscientes de que la seguridad de nuestras comunidades depende de decisiones responsables y bien fundamentadas.
Compromiso de ayuda desde Vivofácil
En momentos tan críticos, el apoyo mutuo y la solidaridad son vitales. Desde Vivofácil, hemos decidido redoblar esfuerzos para ofrecer ayuda directa y eficaz a las personas afectadas. La Fundación Vivofácil, en colaboración con la Fundación Diversidad, ha activado el servicio especial Asistente Personal Vivofácil, gratuito, disponible para todas las personas damnificadas por la DANA y sus familiares. Este servicio no tiene límite de uso ni coste alguno para las personas afectadas, quienes solo deben llamar al teléfono también gratuito 900 877 096.
Nuestros Asistente Personal Vivofácil está a disposición de los afectados para gestionar gratuitamente en su nombre todo aquello que necesite saber y precise gestionar, atendiendo múltiples necesidades como obtener información sobre ayudas disponibles y ayudarles en su solicitud, tramitación con seguros y gestiones administrativas de cualquier tipo. Este recurso también facilita acceso a información crucial sobre carreteras, farmacias y alojamiento temporal, y ofrece un canal de comunicación con ayuntamientos y otros organismos para gestionar cualquier tipo de necesidad inmediata. Es en estas situaciones más difíciles cuando las empresas y las entidades con y sin ánimo de lucro trabajamos solidariamente para cuidar y acompañar a las personas afectadas y sus familias, pues a nivel privado somos los que tenemos las capacidades organizativas para ello, sin esperar nada a cambio.
La tragedia como oportunidad para la reflexión y la acción
Más allá de la respuesta inmediata, debemos ver esta tragedia como una oportunidad para cuestionarnos y mejorar. ¿Estamos realmente haciendo todo lo posible para evitar que estos desastres tengan consecuencias tan graves? ¿Estamos preparados para actuar con rapidez y eficacia cuando se presentan situaciones inesperadas de emergencia, ya sea por el fuego o el agua?
Esta reflexión es un llamamiento para que todas las personas —desde los ciudadanos hasta los responsables de mantenimiento de infraestructuras, limpiezas de los campos o de planificación urbana— tomen conciencia de que la seguridad no es un tema secundario. Hacen falta políticas de prevención efectivas, inversión en infraestructura segura y una visión de largo plazo que proteja a nuestras comunidades de futuros desastres.
Es el momento de actuar, no solo de lamentar. Cada uno de nosotros puede aportar algo para construir un entorno más seguro y resiliente para las generaciones presentes y futuras.