CELEBRAR LA DIVERSIDAD ES CELEBRAR LA VIDA

La semana pasada viví un momento verdaderamente especial.

Tuve el honor de participar en el evento oficial del Mes Europeo de la Diversidad en España, organizado por la Comisión Europea, la Representación de la Comisión en España y Fundación Diversidad —una fundación que tuve el privilegio de fundar hace ya algunos años, y que sigue latiendo con fuerza gracias al trabajo de muchas personas comprometidas.

Esta vez, el escenario fue la Universidad Europea de Madrid, un lugar que representa el futuro, el aprendizaje y el impulso de nuevas generaciones. Y, sinceramente, pocas cosas me conmueven más que ver cómo los valores de la diversidad y la inclusión encuentran terreno fértil entre los jóvenes.

Desde que llegué al campus, sentí una energía distinta.  Estudiantes, profesores, empresas, instituciones… todos reunidos por un mismo motivo: celebrar la diversidad, visibilizarla, abrazarla y reafirmar nuestro compromiso con ella.

Para mí, hablar de diversidad nunca ha sido solo un discurso. Es una vivencia personal, empresarial y social. Porque la diversidad no es una meta que se alcanza y ya está: es una actitud constante, una forma de mirar al otro y reconocer en él o en ella una riqueza infinita.

Durante el evento, compartí reflexiones junto a personas increíbles como Carla Ruiz, directora de RRHH para Astrazeneca. Emma Macías, Head of HR comercial en España, Grecia y Portugal para Diageo. Juan José Muriel CEO de Vivofácil. Teresa Viejo, presidenta de la Fundación Diversidad. Que también están transformando sus entornos: líderes que desde sus empresas impulsan culturas inclusivas, estudiantes que alzan la voz por la igualdad, y representantes institucionales comprometidos con políticas reales de cambio.

Me sentí profundamente agradecido, pero también emocionado. Porque vi que no estamos solos. Que la semilla que se plantó hace años sigue creciendo. Y que la diversidad —en todas sus formas: cultural, generacional, de género, funcional, de orientación, de pensamiento— ya no es solo un valor añadido, es una necesidad urgente para construir empresas más humanas y sociedades más justas.

Quizá lo más poderoso del evento fue ver a tantos jóvenes participar, preguntar, escuchar y sumar. Ellos son la generación del cambio. Y saber que tienen tan interiorizada la importancia de la inclusión me da esperanza.

Les hablé desde la experiencia, sí. Pero también desde la emoción. Les dije que construir una sociedad más diversa empieza por uno mismo, por mirar hacia adentro y preguntarse: ¿estoy siendo justo? ¿estoy siendo valiente? ¿estoy sumando o excluyendo?

Gracias a todas las personas que hicieron posible este evento. A la Comisión Europea, a Fundación Diversidad, a las empresas firmantes del Charter Europeo de la Diversidad y sobre todo, a los que creen que podemos hacer las cosas de otra manera.

Porque sí, celebrar la diversidad es celebrar la vida.
Y yo no puedo, ni quiero, dejar de celebrarla.

UNA NOCHE CON JORGE GALINDO EN LA GALERÍA VETA: EL ARTE COMO EXPERIENCIA VITAL 

Recientemente he tenido el privilegio de asistir a la exposición del gran pintor Jorge Galindo en la macrogalería VETA, creada por el joven talento del arte Fernando Francés, que hace la competencia a feria de ARCO cada año. VETA es un espacio completamente disruptivo que, contra todo pronóstico, se ha convertido en uno de los epicentros del arte contemporáneo en España, al que acuden los pintores más reputaros del mundo. 

La exposición de Galindo que es un estallido de color, movimiento y energía. La inmensidad de los cuadros, su vibración cromática y el contraste con el fondo blanco de esas inmensas paredes sobre el que reposaban, creaban un auténtico espectáculo visual y emocional. Imposible no sentirse cautivado por la fuerza de cada obra, que parecía hablarnos en silencio. Todo un privilegio para los sentidos. Nunca he sido un experto en arte, pero reconozco que estas ocasiones me estimulan a conocer más, a descubrir a los artistas y sus diversas personalidades.

La noche permitió una breve conversación con el propio Galindo, su familia, amigos y admiradores. Con una trayectoria impresionante —lleva exponiendo desde los 19 años en galerías de todo el mundo—, Jorge nos recordó con humildad y sabiduría que a un pintor nunca hay que pedirle que explique su obra. Cuando le preguntamos por qué empezó a pintar, su respuesta fue tan sencilla como original: “Me aburría mucho de pequeño, y desde que empecé a pintar dejé de aburrirme”. Sus frases resumen mucho de su humanidad, libre, creativa, honesta. Eso me recordaba mi infancia, yo también pintaba con 14 años mis cuadros al óleo allá por mi pueblo, Vega de Tera, escuchando la buena música de Rock de los años 70 y en compañía de mi gran amigo Cándido. Qué años aquellos, ¡que buenos recuerdos!.

Durante de la exposición disfrutamos de una cena en compañía, en la que hubo momentos simpáticos, hablando de lo divino y lo humano y también de arte, de política, de futuro. Pudimos incluso hablar de comunicación, de la importancia de  “subirse arriba”, de atreverse a mostrar lo que uno crea, lo que uno es, en el fondo. Esa valentía de exponerse al mundo, de compartir desde lo profundo, es lo que convierte al arte en una herramienta de conexión y transformación.

Pasamos una gran noche compartiendo mesa con artistas, coleccionistas, galeristas, comisarios, editores, empresarios y amantes de la cultura en general. Hablamos de libros, de cultura, de empresa, de futuro… pero, sobre todo, hablamos de vida. Porque el arte, cuando es auténtico, nos recuerda quiénes somos y nos conecta con lo mejor de nosotros mismos.

España está llena de talento, y Jorge Galindo es una muestra luminosa de ello. Gracias a espacios como VETA, ese talento tiene la oportunidad de florecer, de llegar más lejos, de conmover a más personas. De vez en cuando, la vida te regala alguna buena pincelada para saborear y agradecer. Esta ha sido una de ellas.

Gracias Jorge, gracias Fernando, gracias a todos los que hacen posible que la creatividad siga teniendo un hogar en el corazón de Madrid ¡Volveremos!

Emprender es como pedalear: Lo importante es seguir avanzando a pesar de las dificultades

El Camino de Santiago en bicicleta es una de esas experiencias que marcan para siempre. No es solo un desafío físico y mental, es una escuela de vida, una prueba de resistencia, de liderazgo y, sobre todo, de trabajo en equipo. Cada pedalada refuerza la importancia de la determinación, la estrategia y la amistad, valores fundamentales en cualquier reto que emprendamos.

Mi travesía comenzó el lunes 31 de marzo, con un objetivo claro: recorrer más de 300 kilómetros en cinco días. Desde el primer momento supe que no sería fácil, especialmente cuando se preveían fuertes lluvias y tormentas. El Camino de Santiago no es un simple paseo en bicicleta, es un reto que exige preparación, paciencia y una gran fortaleza mental. Hay etapas llanas que te permiten disfrutar del paisaje, pero también hay subidas interminables y contratiempos meteorológicos que ponen a prueba cada músculo del cuerpo y cada pensamiento en la mente. Razones para abandonar siempre se encuentran.

Hubo momentos de pura satisfacción, en los que el pedaleo se sentía ligero y el paisaje invitaba a seguir avanzando. Pero también hubo otros en los que el cansancio pesaba, la lluvia enfriaba el cuerpo y la incertidumbre hacía preguntarme si realmente llegaría hasta el final. La vida y el emprendimiento son así: comienzas con entusiasmo, pero inevitablemente llegan los momentos de duda, las dificultades inesperadas y el cansancio que te hace cuestionarlo todo. Sin embargo, si sigues avanzando, descubres que eres capaz de mucho más de lo que imaginabas.

Afortunadamente, no hice este viaje solo. Fui acompañado por un equipo maravilloso, amigos con los que compartí no solo el esfuerzo del camino, sino también conversaciones profundas, risas espontáneas y momentos que atesoraré para siempre. En cada parada, entre bocados y sorbos de agua, hablábamos de la vida, del emprendimiento, de los sueños y los retos que cada uno enfrenta. Nos recordábamos mutuamente por qué estábamos allí y por qué merecía la pena seguir pedaleando, sin importar lo difícil que fuera la etapa.

El cielo nos regaló lluvia, pero también nos brindó paisajes más espectaculares, campos verdes que parecían sacados de un cuadro, dehesas infinitas y cerdos ibéricos correteando libremente, disfrutando de su propio camino. Y nosotros, con la camiseta de VivoFácil, avanzábamos juntos, entre el cansancio y la satisfacción, con la certeza de que cada kilómetro recorrido nos hacía más fuertes.

Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que el Camino de Santiago es el reflejo perfecto de lo que significa emprender. Al principio, subes a la bicicleta con una idea, con un sueño que parece enorme. No tienes claro todo el recorrido, a veces te sientes perdido, te preguntas si vas en la dirección correcta. Hay días en los que fluyes y todo parece encajar, pero también hay momentos en los que el viento sopla en contra y cada pedalada se siente como una batalla.

Pero al final, lo importante no es la velocidad con la que avanzas, sino la determinación de no rendirte. Es confiar en el proceso, en el equipo que te acompaña, en la capacidad de adaptación y en la fuerza interior que te impulsa a seguir. Un día tuve que parar, el dolor en la ingle no me dejaba pedalear, pero bastó un poco de descanso para continuar al día siguiente aún con más fuerza y determinación.

Hoy, después de recorrer más de 300 kilómetros, tengo aún más claro que lo que parece imposible se supera paso a paso, kilómetro a kilómetro, decisión a decisión. Y así, en la bicicleta, en los negocios y en la vida, lo único que realmente importa es no dejar de pedalear, da igual cuanto se avance cada día. Paso a paso siempre se llega.

La soledad en la empresa, gran debate en la CEOE  

El pasado 21 de febrero, proyectamos en la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) el documental “La sociedad de la soledad”. Acudimos a este lugar tan especial, la casa de los empresarios, para un visionado destinado al sector empresarial. 

Acompañado por los directivos de la Fundación Vivofácil, Cipri Quintas, Mar y por el equipo ejecutivo del documental, Mercedes Pescador, guionista y coordinadora, y Rodolfo Montero, su director, galardonado con dos Goyas, proyectamos ante los presentes y abrimos el debate sobre el papel de la soledad en las organizaciones.  Entre los mensajes de fondo destacaron estos:  El nivel de absentismo crece en todos los sectores y el factor soledad tiene mucho que ver en ello. Este sentimiento puede provocar el abandono del trabajo y esto convierte la soledad no solo en un problema social, sino empresarial y de competitividad. Si desde las empresas no abordamos este tema, tendremos un problema a nivel de resultados. 

Las personas, el motor de la empresa 

Ideamos proyectos, trazamos planes, nos esforzamos en nuestra empresa, pero si los trabajadores no se sienten cómodos y felices, nada funcionará. Y es que las personas felices lo son porque cuentan con un entorno que las acompaña y ayuda. Trasladado esto a las organizaciones, cuanto más feliz consigamos que se sienta el empleado, más tiempo permanecerá con nosotros. 

Es por ello por lo que consideramos a las personas como el motor de la empresa. Como tal, debemos prestar la atención necesaria a cada una de ellas. Si su energía y motivación disminuye, se vuelven menos productivas y el equipo pierde cohesión. 

El documental impactó a los asistentes a la proyección, que afirmaron ver en él reflejada fielmente la realidad de la soledad en la sociedad actual. Tras su visionado, abrimos el espacio para el debate, donde planteamos varios interrogantes sobre cómo consideraba el público que la soledad afectaba a la empresa y cómo las organizaciones pueden trabajar en este tema. 

El primer interrogante era de respuesta sencilla, “sí” o “no”, pero se requería de cierta valentía para responderlo: ¿los asistentes habían experimentado la soledad en su trabajo? Varios afirmaron abiertamente. Algunos eran empresarios, otros trabajadores, y es que la soledad no entiende de rangos. Algunas personas padecen la soledad física, su forma más evidente, pero otros se sienten desconectados, aislados o sin apoyo. En las empresas, situaciones como estas se repiten a diario. 

Son estas situaciones las que provocan que la soledad obstaculice la productividad. Como decíamos antes, si la persona no es feliz, no funciona en el trabajo. Por ello, las empresas deben atacar la problemática de la soledad. Uno de los asistentes respondió a cómo hacerlo: las organizaciones deben hacer lo que siempre hacen para mejorar, esto es, invertir. 

Debemos invertir en soledad. Invertir en el tiempo dedicado a nuestros empleados, en atención y preocupación por ellos, un simple “qué bien lo has hecho” aunque no sea perfecto, y ofrecerles espacios para el trabajo en soledad y en colectividad, ya que dependiendo de la tarea a desempeñar uno necesita estar solo a veces, pero siempre en un equilibrio entre la soledad y la compañía. 

Estrategias contra la soledad 

Todo este trabajo creará organizaciones más fuertes y resilientes. Así, trabajar la soledad desde las empresas se convierte en una necesidad estratégica y comprender que erradicar la soledad es su responsabilidad, las hará más competitivas. Cuando el empresario reconoce el bienestar emocional como una prioridad, debe implementar estrategias para combatir la soledad, como una comunicación fluida y bidireccional, una retroalimentación positiva con el reconocimiento de logros, fomentar el trabajo en equipo o sumar políticas de inclusión y pertenencia. 

La parte buena de esta situación tan compleja es que las organizaciones cuentan con las capacidades, medios, necesidad y fuerza para combatir la soledad. El clima de confianza que cree la empresa provocará efectos positivos tanto individuales como colectivos y, al conectarse el bienestar con la competitividad económica, el negocio marchará. 

Desde las organizaciones, tenemos la obligación y el deber de atacar la soledad, y trabajaremos para lograrlo. 

Hemos trabajado muy intensamente con la ayuda de la agencia de comunicación y editorial Medialuna en la creación técnica de este documental. Lo hemos con el fin de generar debate social. El cine es una de herramientas de comunicación poderosas para influir en la humanidad. Espero que os guste la película. Tenemos también prevista su proyección en el Congreso de los Diputados el próximo 3 de marzo.  

La soledad como desafío colectivo

El pasado 14 de enero, en el emblemático Palau de Congressos de Palma, tuvimos la oportunidad de dar un paso importante hacia un cambio necesario: enfrentarnos, como sociedad, a la soledad no deseada. Allí presentamos por segunda vez el documental “La sociedad de la soledad”, una obra que trasciende lo cinematográfico para convertirse en un espejo de nuestra realidad y una invitación al cambio.

Como fundador de Fundación Vivofácil, siempre he creído que abordar los problemas más complejos requiere no solo acción, sino también reflexión. Este documental, dirigido por el cineasta Rodolfo Montero, plasma la magnitud de la soledad como la “epidemia del siglo XXI”. Con su sensibilidad nos recuerda algo fundamental: detrás de cada dato estadístico hay vidas reales, historias que claman por conexión y empatía.

La soledad: un desafío que nos une

Según un estudio de nuestra Fundación, el 60% de la población en España asegura haberse sentido sola en algún momento. Pero ¿qué significa realmente la soledad? No se trata únicamente de la ausencia de compañía; es el vacío de una red humana que sostenga, impulse y valore.

La soledad no deseada afecta tanto a quienes viven en grandes ciudades como a quienes permanecen en zonas rurales. Es transversal, no discrimina, pero se intensifica en las personas mayores y en aquellos que enfrentan barreras invisibles para integrarse plenamente en la sociedad.

En La sociedad de la soledad, Rodolfo Montero, con dos premios Goya en su trayectoria, nos lleva a través de ocho relatos que representan diversas facetas de esta realidad. Su cine social, acompañado del guion de Mercedes Pescador y la música de Mario de Benito, nos invita a replantear nuestras prioridades como sociedad y a entender que nadie debería enfrentarse solo a sus días más difíciles.

El rol de las empresas y las instituciones

Creo firmemente que el tejido empresarial tiene un papel crucial en abordar estos desafíos. Las empresas son comunidades humanas capaces de generar un impacto profundo en la vida de las personas. En Vivofácil, trabajamos desde esta convicción, poniendo a las personas en el centro de cada decisión. Proyectos como “Ilumina una vida”, que busca combatir la soledad desde un enfoque cercano y humano, son un ejemplo de cómo el esfuerzo conjunto puede marcar la diferencia.

El estreno de este documental es una continuación de este compromiso. No es solo una obra para observar; es una experiencia para reflexionar y actuar. Cada espectador, espero, se habrá llevado consigo preguntas importantes: ¿Cómo estoy contribuyendo a la conexión con los demás? ¿Qué puedo hacer, desde mi ámbito personal o profesional, para tender una mano a quienes la necesitan?

Más allá de una proyección

La jornada en Mallorca fue un espacio para dialogar, para compartir ideas y para comprometernos. La cena solidaria que cerró el evento simbolizó la esencia de esta iniciativa: la construcción de redes humanas que nos permitan cuidarnos mutuamente, un gesto que siempre trasciende la simbología y se convierte en acción concreta.

Este acto en Mallorca es solo el comienzo. Desde Fundación Vivofácil, tenemos la intención de llevar “La sociedad de la soledad” a más localidades, porque sabemos que el cambio empieza con el reconocimiento y la sensibilización.

Es inevitable pensar en lo paradójico de nuestra época: vivimos en una era de hiperconexión tecnológica, pero los vínculos humanos parecen debilitarse. La soledad no deseada no es un problema que podamos ignorar o relegar; es un llamado urgente a fortalecer nuestras comunidades y nuestros valores.

Cuidar de los demás no es una carga, es una oportunidad. Es una forma de transformar nuestras vidas y nuestro entorno, de generar un impacto que trascienda generaciones. La soledad no deseada es un desafío colectivo que requiere respuestas colectivas: desde las instituciones, las empresas, las familias y cada uno de nosotros.

Quiero agradecer profundamente a quienes han hecho posible este proyecto. A Rodolfo Montero, cuya sensibilidad y compromiso se reflejan en cada imagen; a Mercedes Pescador, por un guion que logra conectar lo íntimo con lo universal; y a Mario de Benito, por una banda sonora que eleva el mensaje del documental.

Gracias también a nuestros aliados en esta jornada: Meliá Hotels International, el Palau de Congressos de Palma, AICO, Brandy Fundador y Vivofácil, por su apoyo y confianza en esta iniciativa.

Pero, sobre todo, gracias a quienes asistieron y reflexionaron con nosotros. Este es un viaje que apenas comienza, y estoy convencido de que juntos podemos construir una sociedad donde nadie tenga que enfrentar sus días más oscuros en soledad.

La soledad no deseada es un espejo de nuestras carencias como sociedad. Reconocerla y actuar frente a ella es una forma de definir quiénes somos y qué valores queremos legar a las próximas generaciones. Mallorca ha sido el punto de partida de algo más grande. Continuemos el camino con la certeza de que, unidos, podemos transformar vidas y construir un futuro más humano y conectado.

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