Revista Unir Cuidadores – Entrevista Javier Benavente Barrón
- ¿Cómo de efectiva considera que ha sido la Ley de Dependencia?
Con esta Ley, en 2006 nacía el cuarto pilar del Estado de Bienestar, que configuraba el Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia, conocido como el SAAD. A través de ella se pretendía alcanzar la autonomía personal de las personas dependientes y de sus cuidadores.
Una ley muy ambiciosa a la que le falta una mayor inversión para su estabilización y afianzamiento. Donde la crisis económica que estamos viviendo y las políticas de reparto de los presupuestos del Estado no han ayudado a su desarrollo pleno.
Poniendo cifras sobre la mesa, cerca de dos millones y medio de personas mayores sufren algún tipo de dependencia que les hace necesitar el cuidado de otra persona, habitualmente un familiar, para desarrollar sus actividades básicas del día a día.
En julio de 2015 las personas dependientes de grado 1 entrarán en el SAAD. Tres años y medio de retraso puesto que la norma establecía 2012 como fecha para ese colectivo. Además, aunque la mayor parte de los análisis sobre la dependencia tienen como finalidad contribuir al diseño de medidas de política sanitaria, política social y de cuidados de larga duración, que hagan posible un aumento del bienestar de las personas en situación de desventaja, la realidad no es esa.
Sin embargo, a mi juicio, el verdadero problema de la Ley de Dependencia es que se han aplicado criterios muy diferentes en las distintas Comunidades Autónomas y ayuntamientos, que son los que ha de aplicar la ley, y que se ven inmediatamente desbordados.
Se producen retrasos y dificultades, y se van incorporando nuevos usuarios al sistema por lo que se convierte en una espiral sin salida conforme a las prioridades que se están llevando a cabo.
No hay que olvidar que uno de los pilares sobre los que se levantaba la Ley de Dependencia era para favorecer la creación de empleo en el sector y obtener los consiguientes retornos.
La Ley de Dependencia necesita una mayor inversión para su estabilización y afianzamiento
Pero, la falta de control del destino de los recursos económicos que se entregan a los usuarios ha hecho que gran parte de ese presupuesto se destine a otras necesidades por parte de los familiares, en vez de a la contratación de profesionales bien formados para cuidar de las personas dependientes.
Por ello, no se ha creado el empleo previsto ni tampoco las condiciones adecuadas para que exista la disponibilidad de servicios, profesionales y empresas especializadas en cada zona geográfica donde son necesarias.
Sin embargo, no hay que perder la esperanza, ya que la recuperación española y la previsible competencia electoral próxima pueden servir como fuerte impulso de la autonomía de las personas dependientes. Será más fácil trabajar sobre los errores, que han ocasionado graves perjuicios para estas personas y para la profesionalización y empleo de calidad en el sector, y así aprender de ellos.
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